LA FELICIDAD DE LAS FELICIDADES EN EL PALACIO DE LA PROSPERIDAD

Hay un tesoro escondido en la calle Guzmán el Bueno número 10, en un centro de educación infantil regido por una comunidad religiosa de Madres de Desamparados, donde se encuentra la Casa Olea, así llamada por ser el apellido de los propietarios del inmueble durante el siglo XIX que, al parecer, fueron los impulsores de una importante restauración del mismo.

En un par de estancias de esta casa podemos disfrutar de auténticas joyas del arte mudéjar, en opinión de algunos y almohade en opinión de otros, como comentaré más adelante. Un tesoro escondido y desconocido por la gran mayoría de los sevillanos. Impresionantes yeserías, arcos de herradura y algunos zócalos de azulejos, en opinión del guía Emilio Rubio que nos acompañó en la visita, solo comparables con los mejores del Alcázar de Sevilla. Solo quedan un par de estancias del palacio original pero de un enorme valor.

La opinión mayoritaria de los historiadores del arte es que fueron alarifes granadinos, que quizás algunos de ellos intervinieran en el Alcázar de Sevilla, los que en la segunda mitad del siglo XIV construyeron un palacio donde se alojaría el infante Alfonso de Molina, hermano de Fernando III, que recibió la casa por donación de su sobrino Alfonso X El Sabio.

Pero apartándose de esta corriente mayoritaria, el prestigioso arqueólogo Ramón Corzo defiende, en un estudio publicado por la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, que la casa ya existía cuando la ciudad fue reconquistada y cuando Alfonso X, en la “Repartición”, la entrega junto a otras adyacentes, a su tío, el infante Alfonso de Molina, hermano de Fernando III a cuyo lado luchó con gran entrega y lealtad y a quien cedió la corona de León, que le pertenecía, para que ambos reinos quedaran unidos bajo la corona del rey Fernando.

A toda esta zona, en honor a su ilustre morador, se le llamó barrio del Infante, un barrio comprendido por las actuales calles Mateos Gago, Mármoles, Guzmán el Bueno y Aire, siendo el eje principal del barrio la calle Guzmán el Bueno. Sigue diciendo Ramón Corzo en su estudio, que en dicho barrio se encontraba una alcazaba levantada por Al Mutamid, el rey poeta, llamada Al-Zahi o de “La Prosperidad”, hermana de la grande situada en el actual Alcázar, llamada Al Mubarak o “La Bendecida”. Y en la parte más elevada del Alcázar de la Prosperidad se levantó la qubba, el salón principal, hoy capilla de la casa Olea, al que puso por nombre “La felicidad de las felicidades”, un salón desde donde podía disfrutar de vistas del río y de su otro palacio al estar situado en el punto más elevado de Sevilla.

A esta conclusión llega el doctor Corzo al estudiar las yeserías de la actual casa Olea, también por los hallazgos arqueológicos en las calles adyacentes y por los textos de la época, incluidos los poemas del rey poeta, cuando lloraba desde su exilio por la pérdida de sus palacios, de Al-Mubarak y de Al-Zahi y su qubba, “La felicidad de las felicidades” que quizás debiera su nombre a que allí viviera los momentos de mayor felicidad de su vida.

No sé cual de las dos teorías sobre los orígenes de este tesoro escondido es la correcta, pero si tuviera que elegir una, me quedaría con la más bonita, la más literaria, la de Ramón Corzo, pero, en cualquier caso, sea una u otra, merece la pena descubrirlo.

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