CAZALLA DE LA SIERRA

Leyendo la historia de una de las dos destilerías que quedan en Cazalla de la Sierra, de las treinta que hubo, me causa extrañeza que se apunte a que el origen de los destilados de esta población esté en las alquitaras árabes, teniendo en cuenta la mala sintonía que siempre hubo entre el consumo de alcohol y la religión musulmana. Mas probable me parece que la tradición provenga de los cartujos que se establecieron en el pueblo en el siglo XV y en los monjes franciscanos del
convento de los Diezmos, tal como reseña la página de la bodega de Luis Caballero dedicada al licor de guindas Miura, que dicen seguir elaborando con la receta franciscana. Los monasterios y las bebidas espirituosas nunca estuvieron reñidos, de hecho, muchas de ellas tuvieron su origen en los cenobios y quizás también por ello se les llame así, espirituosas, que viene de la palabra espíritu.

Fuera el origen que fuera, de lo que no cabe duda es de la importancia que esta industria tuvo en Cazalla de la Sierra y su repercusión a nivel nacional e internacional, hasta el punto de que la RAE recoge en su diccionario la palabra cazalla como sinónimo de aguardiente.

Tuvo que ser interesante aquella Cazalla de la Sierra de las treinta destilerías y del esplendor de sus minas y las de su entorno, El Pedroso, Cerro del Hierro, Guadalcanal, unas explotaciones, al igual que las destilerías, cargadas de historia. Para los que somos aficionados a las acciones antiguas, una de las piezas más deseadas de entre todas las españolas, es, precisamente, una de 1795 por la que la corona concede la labor y beneficio de las minas de Cazalla y Guadalcanal. Una joya.

La actual Cazalla me pareció un pueblo bonito, tranquilo, ordenado y limpio, pero que también ofrece sorpresas al visitante, nosotros ya la tuvimos en la primera parada de nuestra visita, en la iglesia de Nuestra Señora de Consolación, al menos a mí me sorprendió al entrar un maravilloso sonido de órgano, de un órgano al que, por más que buscaba, no le encontraba los tubos. El organista, D. Enrique Sánchez de León, me sacó de mi desconcierto y me ilustró en mi ignorancia, nos explicó al grupo la aplicación informática de la que se valía para reproducir los sonidos de los principales tipos de órganos que existen en Europa.

Aunque nos lo explicó muy bien para mí sigue siendo un misterio.

Nos alegró comprobar que no todo en el pueblo ha sido cierre de destilerías y minas, hay esperanza, hay jóvenes que emprenden nuevos negocios, como los de las bodegas Tierra Savia, cuyas instalaciones visitamos y donde catamos algunos de sus agradables vinos. Allí pudimos ver sus tinajas centenarias donde elaboran algunas de sus marcas y las nuevas barricas de roble, donde se crían otras. Les deseamos mucha suerte en su proyecto, con el que dicen buscar la recuperación de saberes, tradiciones y culturas, un bonito y loable afán.

Comimos bien en la Posada del Moro, una cocina que pretende combinar los platos tradicionales con otros de elaboración más actual. Me llamó la atención en el paseo por el pueblo ver varios restaurantes con aires modernos, alguno de ellos con sello Michelín en su puerta, parece que también en gastronomía hay nuevas iniciativas en el pueblo, quizás orientadas al turismo, la nueva industria de este y de muchos pueblos de la sierra.

Nos despedimos de Cazalla de la Sierra visitando la ermita de Nuestra Señora del Monte, visita con la que concluimos un bonito día en esta población con el firme propósito de no dilatar tanto en el tiempo mi próxima visita.

Muchas gracias a nuestros socios cazalleros, María del Monte y Paco, entusiastas organizadores de la jornada.

José Molina
Febrero 2025

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