LA CARA BULLICIOSA DE UNA CIUDAD POÉTICA

En el “Estudio de coyuntura económica de Andalucía” se revela que en la encuesta realizada entre los turistas que visitaron Granada en el primer semestre de 2022 se dieron resultados comparativos muy extremos, dentro de un nivel sobresaliente. Mientras la ciudad obtenía la mejor o de las mejores puntuaciones de Andalucía en patrimonio cultural, paisajes, parques naturales y limpieza, en cambio obtenía de las peores de Andalucía en restauración, tráfico y relación precio servicio. En cualquier caso estas puntuaciones son relativas, porque todas superan el 8, parecen peores al ponerlas en relación con los obtenidos por otras capitales andaluzas.

Tras nuestra visita de principios del mes de octubre, mis valoraciones tendrían matices, coincido en la excelencia del patrimonio cultural, de la belleza de sus paisajes, de la limpieza de sus calles y en el horror de su tráfico, pero a lo que me refiero cuando escribo el subtítulo “El riesgo de morir de éxito” es a la masificación turística. ¿Qué encanto tiene la Carrera del Darro con público como si fuera hora punta en una zona comercial de una gran ciudad? ¿No desaparece gran parte del atractivo de los maravillosos miradores granadinos del Albaicín al estar atestados de gente? Yo pierdo el interés por contemplar las vistas cuando tengo que ir buscando huecos entre los turistas para tratar de acercarme al borde del mirador.

El problema de la masificación en el turismo cultural no es exclusivo de Granada, nos lo encontramos también en Sevilla, en Córdoba y en todas las grandes ciudades turísticas, no solo españolas, las italianas, por ejemplo, llevan tiempo empezando a parecerse a parques temáticos. Pero ¿Qué solución tiene esto?

Sinceramente no lo sé, no veo vuelta atrás una vez que se ha materializado una apuesta por un turismo masivo ampliando, quizás un poco desordenadamente, una oferta hotelera que ahora se ha visto ampliada notablemente por las ofertas de apartamentos turísticos, muchos de ellos fuera de regulación.

A pesar de los inconvenientes mencionados hemos vuelto a ver una Granada preciosa, una Alhambra espléndida, más apreciada aún al ir acompañados por un excelente guía. Hemos redescubierto la Granada cristiana, conociendo, algunos de nosotros, por primera vez enclaves como el monasterio de San Jerónimo y La Cartuja. Hemos paseado por sus bulliciosas calles y tapeado en concurridos bares, hemos pasado un gran fin de semana y, al menos yo, volveré, pero fuera de temporada y en días laborables para disfrutar, con mayor intensidad aún, de la belleza de esta ciudad, quiero volver buscando su esencia poética, difícil de encontrar con tanta gente, quizás saldré a visitarla al amanecer, como la evocaba Lorca:

La luz era extraña y violenta. El silencio comenzó a tocar su ruido desfallecido y de raso negro y los ríos siguieron con su beso eterno...
El color de todo era azul, y rosa...Unas guitarras sonaban desgarradas y sublimes. Sus bordones eran gritos de amor y pasión. Las flores de los balcones estaban abriéndose, y los gallos hablaban unos con otros...
Granada era un sueño de sonido y colores”


O por la noche, como José Luis Ortiz:
Peregrino en la noche, muy despacio
atraviesa el río la ciudad,
sus ojos limpios llenos de estrellas; su caudal,
un verso antiguo que resuena
en la memoria para siempre.


Descendiendo hasta la ciudad en un precioso paseo por los bosques de la Alhambra, sí que sentí el famoso verso de Machado “Granada, agua oculta que llora”.

Hemos vivido un fin de semana más bullicioso que poético, pero, desde luego, divertido. Queda pendiente el otro para más adelante.

José Molina
Octubre 2022

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